El 15 de abril la Iglesia Católica celebra a San Abundio de Roma, quien fue sacristán de la Basílica de San Pedro. Poco se escucha mencionar a este santo, y poca información encontramos de él. Lo mismo suele pasar con los actuales sacristanes y sacristanas (porque también las hay), que se dedican a trabajar “tras bambalinas” para que fieles y sacerdotes puedan vivir las celebraciones litúrgicas en total concentración.
Por eso, además de recordar a este santo, hoy queremos agradecer a todos los que cumplen esta misión en las casas salesianas, y especialmente en la Parroquia María Auxiliadora, Don Rúa, a Tobías Erazo, mejor conocido por la comunidad como “Don Toby” quien fue sacristán por diecinueve años, oficialmente, pero que desde años atrás daba este servicio incansablemente. Qué privilegio ser, por tanto tiempo, el primero y el último en estar a solas con el Señor.
Al finalizar el año 2020, llegó para don Toby el momento de jubilarse. La comunidad salesiana ofreció una misa de acción de gracias por su trabajo, y le entregó una placa que reza: “La Parroquia Salesiana María Auxiliadora, Don Rúa, hace un merecido reconocimiento a José Tobías Erazo por su entrega, amistad y compromiso durante estos 19 años de servicio”.
Creemos que no existe un manual para ser sacristán, pero Don Toby conocía sus tareas a la perfección, tareas tan diversas, desde colocar y encender las velas hasta ser acólito en algunas ocasiones.
La misión principal del sacristán es ayudar al sacerdote en el servicio del altar. Pero Don Toby ayudaba a 8 o 10 sacerdotes, y se adaptaba a cada uno de ellos, sabía con un gesto lo que necesitaban, y conocía bien la forma de celebrar de cada uno, les tenía todo listo tal y como a ellos les gusta.
Además, cuidaba de los ornamentos, ponía floreros, preparaba el Misal, colocaba la hoja de las intenciones; preparaba las vestiduras de los sacerdotes, tenía listo todo lo necesario para cada bautismo, matrimonio, primera Comunión, y otras celebraciones especiales donde hay que cuidar muchísimos detalles. Cuando llegaba el celebrante, lo ayudaba a revestirse, y siempre estaba atento de cualquier imprevisto. Era el que sabía dónde estaba todo, y todo estaba guardado con total cuidado.
Una de sus virtudes es la paciencia. No solo tenía que estar pendiente del celebrante, sino que al mismo tiempo debía atender a los lectores, a los Ministros de la Comunión, a los del coro, y a cualquiera que llegara a pedirle o preguntarle algo. Y siempre lo hacía de la manera más amable.
Son muchos los detalles que los sacristanes tienen preparados. Desde afuera casi no los notamos, pero son esenciales, es un trabajo de mucha dedicación. Por eso debemos ser siempre agradecidos con ellos y valorar su servicio.
Gracias, Don Toby. Su descanso lo tiene bien merecido, que Dios lo siga llenando de bendiciones. Dios lo llamó a servirle y usted lo hizo con amor, con prontitud y entrega.