Jardines, corredores y salones de la parroquia recibieron una veintena de jóvenes que participaban de un retiro espiritual animado por un numeroso y entusiasta equipo del Grupo EJE. Veintitrés parecen pocos. La explosión de alegría y dinamismo agigantó ese número.

Dinámicas creativas, tiempos de reflexión, reconciliación sacramental y, como broche de oro, la celebración eucarística la tarde del domingo con la asistencia de los padres de familia. Y, por supuesto, la fiesta conclusiva.

Esa es la genialidad de la pastoral juvenil salesiana: jóvenes como pastores de sus coetáneos. La experiencia de Domingo Savio (“Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”) se materializó una vez más. La pandemia del covid, que pareciera ir de caída, no fue impedimento para que este grupo de jóvenes se atrevieran a experimentar juntos la alegría del Evangelio.

El padre Francisco Hernández y su formidable equipo animador fueron el alma y la inspiración para que esta experiencia religiosa prendiera firme en el corazón de los participantes. Experiencia que seguirá madurando a lo largo de sucesivos encuentros sabatinos.